Mi retiro (el confinamiento), una joya

por | Abr 23, 2020 | Budismo, Filosofía, Motivación | 0 Comentarios

¡Este retiro, una Joya!

El confinamiento obligado ha sido de alguna manera como morir un poco y qué bien quien lo haya logrado.

¿Qué parte de nosotros debería haber muerto?. Deberíamos detenidamente seguir caminando hacia dentro, sin avergonzarnos ni asustarnos de lo que se manifiesta. Sin juicio y maravillados de la gran posibidad que ofrece el camino del despertar. Deberíamos alcanzar la ternura y el respeto a nosotros mismos, agradecer la posibilidad que nos ofrece ese noble nacimiento humano.

Hay un concepto que proviene de las religiones nacidas en la India y se refiere a una forma de existencia cíclica ligada a la muerte, el renacimiento y el sufrimiento, Samsara. El término puede traducirse como «vagar» o «dar vueltas» y es considerado como lo que define a la existencia compuesta en el budismo, a diferencia del nirvana, por ejemplo, que está libre de condiciones.

El Buda explicó en su “primera noble verdad” que el mundo es sufrimiento; más precisamente, el samsara es sufrimiento, ya que existe un modo de existencia basado en la sabiduría que trasciende el sufrimiento, Nirvana.

El origen del samsara y su perpetuación es la ignorancia o el no reconocer la realidad. Así que el samsara es un laberinto que es a la vez también una casa de espejos o un castillo de ilusiones. Y es aquello de lo cual debemos despertar.

Entonces sufrir es parte de la vida. Hoy, 40° día de “retiro”, reflexiono sobre el hecho que hay mucho más dolor y sufrimiento para moverse de un lugar donde estás estancado, a un lugar donde puedes fluir. Ese proceso requiere mucha valentía, un esfuerzo importante e innumerables acciones para cambiar nuestra percepción, la forma en que vemos los acontecimientos de la vida, la forma en que percibimos las relaciones.

Pema Chodron (monja budista) describe ese proceso tan difícil como cambiar el ADN, porque se está tratando de cambiar un patrón humano, un patrón basado en la insatisfacción pero respaldado por todo lo que le rodea: educación escolar, expectativas familiares, todo lo que recibimos cuando éramos nińos, informaciones y patrones que han llegado a nosotros sin pedir nada.

El proceso de adquirir crea heridas en nuestras almas, ya solo por el hecho de que vibran en frecuencias diferentes de las de nuestro corazón. Eso es doloroso, eso es triste, ese no es nuestro derecho de nacimiento. Poder ELEGIR no está en nuestro derecho de nacimiento.

Para que nuestra alma reluzca hay que abrillantarla, ¿pero cómo? Aléjandonos, prescindiendo de las paradojas y la dualidad que vivimos en nuestra vida, no hay soledad, aburrimiento, ansiedad, miedo. Hay un lugar donde el río de la felicidad nunca deja de fluir, donde la música divina siempre se reproduce allí sin ningún instrumento, es un lugar donde el tiempo no existe, ni el odio, ni la codicia, ni las dudas ni la tristeza, la sed del corazón se apaga y el misterio de la vida se despeja.

Para el poeta Kabir, ese lugar es la cueva del corazón.
Cierra los ojos y siéntete libre.

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